Virgilio Roberto Hernández López: cirujano e intelectual

El primer encuentro con él fue aquel día de preuniversitario en que ante un retrato de mi amiga pregunté por el pintor y ella respondió: “lo hizo mi papá”.

Ya sabía que era un cirujano de mucho prestigio en el Hospital de Remedios, se contaban múltiples anécdotas de diagnósticos certeros y operaciones milagrosas, comentaban que fue alumno de Salavarría, el médico más famoso de Caibarién.

Pero mi asombro estaba en que fuera pintor, luego supe de sus premios y exposiciones como miembro del Colectivo Plástico local, de los numerosos reconocimientos del Ministerio de Cultura. Pero no lo sabía todo aun.

El doctor Virgilio Roberto Hernández López era también escritor, miembro del Taller Literario de Caibarién, premiado en teatro, testimonio, cuento y poesía. En los años setenta del siglo XX, por el tiempo que vi su cuadro, publicaba libros como El Pastor de Orihuela sobre Miguel Hernández y una biografía de nuestro mártir Marcelo Salado.

Una irremediable enfermedad cercenó su vida de forma prematura; en sus últimos meses lo recuerdo en pijama, con una boina negra, tomando el sol; sabía que eran sus días finales y los resistía con entereza.

Creía que lo sabía casi todo del médico intelectual, del hombre culto y afable, hasta que comenzado el siglo XXI, uno de sus alumnos, el consagrado médico Felipe Caraballo Obregón, anestesiólogo y directivo de Salud a varias instancias, me contó:

“Cuando terminaba de operar le daba las gracias personalmente a cada uno de los miembros del equipo por acompañarlo en su jornada de trabajo”.

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